A la hora de educar a nuestras hijas e hijos debemos tener en cuenta
no sólo los valores que transmitimos de manera verbal e intencionada
sino también toda la información que les hacemos llegar por otros
métodos más sutiles, a veces sin nosotros se conscientes de
ello. Hablamos de un tipo de aprendizaje que en muchos casos tiene más
efectos que el aprendizaje directo, conocido en psicología como aprendizaje observacional o modelado.
Según la psicología y
la modificación de conducta, el aprendizaje por modelado sigue las
mismas reglas que otros tipos de aprendizaje, siendo la única diferencia
el individuo sobre el que recae el premio o castigo que se aplica (o la
ausencia de ellos). De este modo, en el aprendizaje directo se premia o
castiga al individuo que queremos que modifique su conducta; mientras
que en el modelado el premio o castigo se aplica sobre otro individuo,
el modelo, por lo general de características similares a aquél.
Existen muchas variables que influyen a la hora de provocar cambios
en la conducta por efecto del modelado. Algunas de ellas son similares a
las que actúan en el aprendizaje directo, por ejemplo, la inmediatez de
la consecuencia (premio, castigo, ausencia de premio o ausencia de
castigo) con respecto a la conducta que se quiere aumentar o disminuir,
la contingencia (es decir, la probabilidad de que se dé la consecuencia
positiva o negativa tras la conducta), la adecuación del tipo de
consecuencia empleada a la conducta a premiar o castigar (si el castigo o
el premio es o no es excesivo para esa conducta), etc. Todas estas
variables se pueden modular, y de hecho es lo que suele hacerse en la terapia psicológica infantil para eliminar las conductas inadecuadas de los más pequeños y aumentar las adecuadas.
Otras variables tienen que ver con el tipo de conducta problemática
sobre la que queramos intervenir. Por ejemplo, si queremos ayudar a una
niña o a un niño a superar un miedo o una fobia, la similitud del
modelo, es decir, la persona que actúa como tal, en cuanto a su
capacidad de afrontamiento, es de gran relevancia. En terapia psicológica infantil
es conocida la mayor eficacia de los modelos de afrontamiento sobre los
modelos de maestría, es decir, se obtienen mejores resultados cuando
estos comienzan mostrando el mismo nivel de habilidad (o falta de ella)
que el individuo a entrenar (o lo que es lo mismo, al principio muestran
el mismo miedo que él). Esto hace referencia a la importancia de
observar, a la hora de enfrentarse a una fobia, un miedo o ansiedad ante
una situación, a otros niños y/o adultos que tengan las mismas
dificultades y acaben superándolo. Como ejemplos de ello existen
múltiples situaciones en la vida diaria que pueden resultar terapéuticas
para ayudar a un niño a enfrentarse a su miedo, y que el psicólogo infantil emplea para potenciar los efectos del tratamiento.
Otro aspecto relevante que explica por qué los niños aprenden de
modelos, tiene que ver con las características personales de estos
(edad, curso escolar, nivel intelectual, etc). En general los niños
tienden a imitar a otros niños que consideran similares a ellos o con
los que se identifican, adultos que son para ellos de referencia en
algún sentido (pueden actuar como modelos los padres, otros niños,
familiares, educadores, entre otros), etc.
El aprendizaje por observación explica también por qué cuando padres y
madres transmitimos verbalmente a nuestros hijos un modelo de conducta y
posteriormente observan otro diferente en nuestro comportamiento, se
hacen conscientes de la contradicción, siendo más probable que repitan
la conducta observada que la expresada verbalmente. Un ejemplo claro de
ello es cuando empleamos un tono de voz elevado para pedir que bajen la
voz. Es más probable que se produzca el modelado de la conducta no
verbal que de la verbal, es decir, acabarán por hablar en un tono
elevado. De hecho el modelado es un tipo de aprendizaje con gran
influencia sobre las habilidades sociales.
Gran parte de las conductas que emiten los niños en situaciones
sociales son aprendidas a través de la imitación de otros. Aquellas que
se observen como exitosas en las relaciones sociales se repetirán,
mientras que las que tengan consecuencias negativas dejarán de llevarse a
cabo.
Otro ejemplo sería cuando pronunciamos palabras tranquilizadoras ante
algo que nos da miedo, por ejemplo un perro, contradictorias con
nuestra comunicación no verbal al alejarnos de él. Nuevamente, es más
probable que en el futuro el pequeño se aleje del perro (aprendizaje por
modelos) a que actúe con calma ante él.
En resumen, podemos decir que el niño aprende cuáles son las
conductas adecuadas e inadecuadas a través de la observación de modelos,
ya sea para superar sus dificultades, afrontar situaciones, aprender
normas de actuación en situaciones interpersonales (por ejemplo, cómo
saludar a un desconocido o cómo pedir ayuda), facilitar conductas que se
encuentran inhibidas (por ansiedad, miedo, timidez), aprender nuevas
conductas (cómo abrir una puerta o encender un ordenador), etc.
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